El estrés y la ansiedad son los grandes problemas de salud del mundo moderno. De hecho, la gran parte de la población mundial ha sufrido situaciones moderadas o incluso graves de estrés y ansiedad a lo largo de su vida. Uno de los problemas que existen con este tipo de eventos es que no sabemos cómo gestionarlos. Simplemente los vemos como algo normal, como algo lógico, siempre que no se alarguen en el tiempo. Cuando llevamos diez horas seguidas trabajando, durante varios días, y estamos destrozados física y mentalmente, no nos planteamos si eso es lo que queremos. Simplemente lo seguimos haciendo porque es un esfuerzo que debemos llevar a cabo. Todo el mundo debe pagar facturas, y el mercado no está precisamente para ir rechazando trabajos, aunque las condiciones no sean las mejores. Toda esta vorágine nos lleva a ser más proclives a esos procesos de ansiedad e incluso depresión que vienen dados por no saber gestionar nuestras emociones. Es algo que sencillamente no nos enseñan, más allá de “debes ser fuerte”.

No es de extrañar que cada vez haya más pacientes en las consultas psicológicas, o que los medicamentos antidepresivos se hayan disparado en ventas. Nuestro mundo actual nos empuja a estar siempre haciendo cosas, a ser hiperproductivos, incluso más allá del trabajo. No vale solo con trabajar muchas horas al día, sino que también debemos hacer deporte para estar en forma, seguir las series del momento para tener temas de conversación… El estrés no nos viene solo por la parte laboral, sino también social y familiar, así que hay momentos en los que debemos desconectar y relajarnos, o de lo contrario no podremos seguir adelante. Las clases de meditación, yoga y mindfullness también están teniendo un gran éxito en los últimos años, porque todo el mundo necesita una vía de escape para toda esa presión que lleva dentro. A veces, sin embargo, la válvula de escape está más cerca de lo que parece. El porno lleva ya mucho tiempo siendo uno de los mejores aliados de cualquiera que quiera dejarse llevar y olvidarse, aunque sea por un rato, de toda esa presión. Y es que hay muchos beneficios a la hora de ver porno, especialmente si buscamos relajarnos.  

Un contenido todavía tabú

El contenido pornográfico está hoy más presente que nunca en nuestra sociedad. De hecho, muchos expertos en sociología afirman que nuestra cultura se está sexualizando demasiado por el acceso tan sencillo que se tiene al porno. Hoy en día basta con contar con un dispositivo electrónico conectado a Internet para entrar en un paraíso de millones de vídeos y escenas explícitas. Sin control, sin censura, cualquier usuario, incluyendo los menores de edad, tienen acceso a todo el porno que deseen en Internet. Nunca antes se había dado una situación así, y eso ha hecho que la industria siga creciendo para satisfacer la demanda cada vez mayor de los usuarios. Sin embargo, por más que crezca el porno en la red, este tema sigue siendo un gran tabú para la mayoría, que no se decide a naturalizarlo como seguramente deberíamos hacer.

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El cine pornográfico no deja de ser entretenimiento, aunque se centre en un tipo de escenas muy explícitas. El problema viene cuando una mente todavía no preparada para ciertas cosas, como la de los adolescentes, llega al porno y piensa que el sexo en la vida real es así. Es como creerse que los tiroteos son como aparecen en las películas de Hollywood, pero a edades tempranas, confundir ficción y realidad es habitual. Por eso es lógico entender que muchos quieran mantener alejados a los menores de este tipo de contenido. Los beneficios del porno, sin embargo, tampoco deberían pasarnos desapercibidos. Desde el momento en el que podemos utilizarlo como guía de orientación sexual, siempre con escenas bien grabadas y apropiadas, hasta su propia función relajante, como veremos a continuación.  

Los beneficios del porno para nuestra salud

Empecemos por lo más obvio, y sacando todo lo que hay en el closet para no sentir vergüenza. El porno sirve para excitarnos y la mayoría se masturban mientras lo ven. Esto ha sido siempre así, y aunque tal vez no sea el objetivo primordial, lo de autoexplorarnos sexualmente con una buena escena puede relajarnos bastante. De hecho, muchos reconocen que disfrutar de un poco de onanismo antes de dormir les deja tan relajados que caen rendidos al sueño enseguida. Ni siquiera necesitamos llegar al orgasmo. Simplemente meternos en la escena, que incluso puede ser erótica y no tan explícita, para dejarnos llevar por ese deseo que empieza a surgir en nuestro interior. Los problemas quedan a un lado, el cerebro entiende que necesitamos hormonas de la felicidad, y el chute de tranquilidad es tremendo.

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Además de esa relajación, el porno bien canalizado puede enseñarnos muchísimo acerca del sexo. Nos ayudará, por ejemplo, a entender mejor nuestros gustos y tendencias sexuales. Para muchos, tal vez sea la puerta de entrada a un conocimiento profundo sobre su orientación, que a veces puede ser confusa. También es una forma maravillosa de aprender trucos que nos sirvan en la vida real, aunque siempre entendiendo que estos actores son profesionales del placer. No se trata de imitar las escenas tal cual, sino de adaptar ciertas prácticas a nuestro repertorio, para hacerlo más interesante y excitante. El porno ayuda a que cualquier persona desarrolle una sexualidad sana, libre de prejuicios y a su gusto. Eso sí, siempre que consigamos entender que es solo entretenimiento, y nos alejemos de la presión que puede suponer intentar llegar a ese nivel sexual.  

Siempre con moderación

Porque es cierto que el sexo puede convertirse rápidamente en una adicciónmuy fuerte para algunos jóvenes, especialmente hombres. No es ningún secreto que la mayor parte de los usuarios que consumen pornografía son varones, habitualmente muy jóvenes. Están en plena ebullición hormonal, y necesitan saber cosas sobre el sexo, explorar su cuerpo, porque tienen  mucha curiosidad. Sin embargo, la exposición excesiva a este tipo de contenido, para el que seguramente todavía no estén preparados, puede suponer un verdadero problema si se sobrepasan ciertos límites. Lo primero que debemos entender, a esas edades, es que el sexo que se lleva a cabo en esas escenas no es tan real. Está exagerado, porque busca precisamente la excitación desmesurada. Los chicos no tienen que durar tanto, ni estar siempre tan cachondos.

Las chicas pueden tomar las riendas de la situación y no deben quedarse solo a expensas de los hombres. Entender esto nos ayudará a ver el porno de una manera más sana. La moderación debe continuar incluso cuando seamos más mayores y hayamos empezado a tener una vida sexual más plena. Es entonces cuando entendemos que el porno es una simple fantasía, que puede llegar a ser muy útil, pero que no es realista precisamente. Cuando estamos sin pareja y hace tiempo que no tememos sexo podemos hacer en la tentación de dejarnos llevar por el placer onanista, de una manera mucho más excesiva. Si vemos demasiado porno puede llegar a afectarnos en nuestra vida daría, y eso sí que supone un problema. Por eso es mejor disfrutarlo con moderación, y no crearnos una necesidad a la hora de ver este tipo de escenas, como si fuera una obligación diaria.